domingo, 22 de abril de 2012

Flores

El Maigmó está lleno de vida estos días. La primavera viene cargada de flores que adornan el paseo y llaman nuestra curiosidad por su belleza, su forma y su olor. También nos acompañan miles de insectos que revolotean en torno a las flores y que se afanan por extraer su sabrosa esencia.
Además de las más habituales, he encontrado esta mañana esta preciosa amapola morada (Roemeria hybrida) y me he detenido frente a un cerezo (Prunus avium subsp. avium) solitario que lucía así de precioso:
   También está en flor el cojín de monja (Erinacea anthyllis), aunque no creo que haya voluntarias ni en el clero para sentar sus posaderas en él.

lunes, 9 de abril de 2012

Las cigüeñas preparan la temporada

Estos días, en Blacha, las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) son las reinas del cielo. Van arriba y abajo sin descanso ocupadas en múltiples tareas. Algunas de ellas se dedican a recoger palitos con los que remozar sus nidos, otras buscan alimento en los prados y junto a los ríos y otras se dedican ya a incubar la puesta.
Lo cierto es que las condiciones para estas grandes aves son favorables en el Valle Amblés y la población de estas aves no cesa de crecer. En un paseo por los alrededores del pueblo es fácil encontrar 5 ó 6 nidos.


Veremos qué tal se da la temporada, porque de momento los cauces llevan poca agua y si no llueve lo suficiente, muchos de los animales que sirven de alimento a las cigüeñas verán mermadas sus poblaciones. Tiempo al tiempo.

domingo, 1 de abril de 2012

Una de arruís

Aunque a muchos no les gustan, por esa xenofobia que busca la protección de lo autóctono, a mí los arruís me resultan muy simpáticos. No es que abogue por el crecimiento de su población sin control, pero sí por un equilibrio que permita su existencia y la de las actividades agrarias, y evite el sobrepastoreo al que pueden llegar a someter a la flora natural.
Yo disfruto de su presencia, siempre sorpresiva. No les busco, porque es muy complicado, pero nos conocemos y a veces coincidimos. Cuando esto se da, ellos se hacen los distraidos hasta que yo caigo en la cuenta y les miro. Entonces, uno me observa atento mientras los demás siguen a lo suyo. Si hago un movimiento brusco ya hemos terminado, estampida y a otra cosa. Procuro no molestarles. Nunca me acerco, me sirvo de la tecnología, y quieto y vigilado yo, me dejan compartir su ramoneo. Cuando llevamos un rato, la cosa se vuelve cordial, aunque si permaneces mucho tiempo acabas perdiéndoles la vista, porque siempre están en movimiento y la barrera de distancia hace que desaparezcan. Si soy yo el que me marcho, lo hago con cuidado; aún así son muy esquivos y si sienten amenaza, atraviesan el monte en tropel en menos que canta un gallo. Su físico es muy potente y no hay obstáculo para ellos. Atraviesan los arbustos de un brinco y trepan sin cansarse presas del pánico.
Ayer ví un grupo de unas veinte unidades, hembras y crías. Estas son las fotos