Los sueños se amontonan en nuestras cabezas y nos
transportan a mundos posibles e imposibles. Siempre me gustó imaginarme
viajando despacio, con los ojos bien abiertos para no perderme ripio, respirar
aromas, escuchar pájaros y tratar de desentrañar los secretos de montañas,
valles, ríos y paisajes. Las sensaciones de cada mañana son únicas y su irrepetible
luz nos regala colores nuevos que estrenar y recordar.
Los que disfrutamos montando en bici conocemos el placer de
ver cómo tras cada curva se abre un telón, un escenario que conquistamos una
pedalada tras otra, con nuestra respiración como banda sonora y la satisfacción
de quien se lo ha ganado con su propio esfuerzo. No se trata de logros épicos
ni grandes hazañas deportivas, es todo más de andar por casa, pero como de las
otras no tenemos experiencias, éstas nos sirven igual.
Quizás no de la forma que pensaba, pero 2014 me ha permitido
vivir una aventura de 6.300 km sobre la bici. De ser una ruta de ida y vuelta y
saliendo de Alicante podría haber rodado por el litoral mediterráneo español,
cruzar a Francia por La Jonquera, Costa Azul, luego hacia Lyon, Dijon, Metz,
Luxemburgo, Alemania, por Colonia, Dortmund, Bremen, Hamburgo, Dinamarca,
Aarhus, Aalborg, al norte, ferry y Noruega, Oslo, cervecita y todo al sur hasta
casa.
Seguro que habría sido inolvidable. Tal vez otro año. Aún
así, he soñado y disfrutado como un enano por tierras domésticas en recorridos
intermitentes y muy repetidos, pero igualmente llenos de sensaciones. Me quedo
con la Marcha de la Sierra de la Pila en Murcia (era mi primera) y la ruta
hasta el puerto de la Peña Negra, en Ávila, una subida preciosa, de esas que te
dejan ver lo que dejas atrás y lo que te queda por ascender.
También es de reseñar que he conocido virtualmente a un
verdadero ídolo del deporte. Se trata de Ferdinand G, un muniqués de 64 años que,
a pesar de lo severo de su clima, no se ha bajado de la bici en todo el año. Su
actividad deportiva es verdaderamente impresionante. Ha cerrado 2014 con 54.294 km, una
auténtica burrada no ya para una bici, sino propia del coche de un viajante.
En 2015 más, eso sí, cada uno en su categoría.