martes, 26 de junio de 2012

CEA La Dehesa. Un espectáculo

Esta semana tuve la oportunidad de visitar el Centro de Educación Ambiental La Dehesa, en Riópar (Albacete).
Es una de esas experiencias que no sólo colman las expectativas, sino que las rebasan ampliamente. La fauna ibérica es muy rica y variada, pero todos tenemos unos iconos grabados en la memoria y en las vivencias campestres. Entre ellos sin duda el lobo es el más emblemático, aullando en el recuerdo como lo hacía en el documental de Rodríguez de la Fuente, pero son muchas especies las que de una forma u otra son familiares para los que tenemos relación con el mundo rural.
En los parques zoológicos y similares hemos visto la triste estampa de algunos ejemplares de mirada perdida vagando por escenarios mejor o peor logrados, pero eso nada tiene que ver con la naturaleza.
El CEA La Dehesa es un proyecto mucho más perfecto. El escenario es real, una dehesa junto a los Picos del Oso, y el itinerario por el que transcurre la visita (dos horas a pie) permite contemplar un gran número de animales desde una corta distancia. Obviamente son ejemplares troquelados, pero su hábitat natural es semejante al que disponen sus semejantes salvajes y sus condiciones sociales y de conducta se pueden desarrollar de forma razonable.
Lo mejor sin duda es la profesionalidad y capacidad docente de Luis, quien nos guió en el recorrido y que nos supo transmitir su respeto por los animales y su compromiso con el proyecto.
Si estáis cerca y tenéis la oportunidad de visitarlo no os le perdáis. Es altamente recomendable.
Aquí unas fotos

martes, 8 de mayo de 2012

Pequeñas, delicadas y bellas

Esto de la naturaleza está muy mal repartido. El invierno, el verano y casi también el otoño son lentos. De una semana a otra apenas hay cambios. Hay tiempo de planificar, de explorar, de buscar.
En cambio, la primavera es abrumadora. Es cierto que todo lleva su orden, pero la transformación es veloz. Si dejamos escapar una oportunidad, cuando regresamos la película ha avanzado demasiado y debemos esperar al año siguiente. Eso sólo se remedia con constancia. Así he encontrado algunas plantas que desconocía hasta ahora:  la Mostacilla brava (Thlaspi perfoliatum), esbelta y delicada, que crece en ambientes umbríos y húmedos, y la Hierba de San Roberto (Geranium purpureum), que pegada al suelo, enseña su flor lila a la sombra de una carrasca.
Una maravilla (y además gratis).

domingo, 22 de abril de 2012

Flores

El Maigmó está lleno de vida estos días. La primavera viene cargada de flores que adornan el paseo y llaman nuestra curiosidad por su belleza, su forma y su olor. También nos acompañan miles de insectos que revolotean en torno a las flores y que se afanan por extraer su sabrosa esencia.
Además de las más habituales, he encontrado esta mañana esta preciosa amapola morada (Roemeria hybrida) y me he detenido frente a un cerezo (Prunus avium subsp. avium) solitario que lucía así de precioso:
   También está en flor el cojín de monja (Erinacea anthyllis), aunque no creo que haya voluntarias ni en el clero para sentar sus posaderas en él.

lunes, 9 de abril de 2012

Las cigüeñas preparan la temporada

Estos días, en Blacha, las cigüeñas blancas (Ciconia ciconia) son las reinas del cielo. Van arriba y abajo sin descanso ocupadas en múltiples tareas. Algunas de ellas se dedican a recoger palitos con los que remozar sus nidos, otras buscan alimento en los prados y junto a los ríos y otras se dedican ya a incubar la puesta.
Lo cierto es que las condiciones para estas grandes aves son favorables en el Valle Amblés y la población de estas aves no cesa de crecer. En un paseo por los alrededores del pueblo es fácil encontrar 5 ó 6 nidos.


Veremos qué tal se da la temporada, porque de momento los cauces llevan poca agua y si no llueve lo suficiente, muchos de los animales que sirven de alimento a las cigüeñas verán mermadas sus poblaciones. Tiempo al tiempo.

domingo, 1 de abril de 2012

Una de arruís

Aunque a muchos no les gustan, por esa xenofobia que busca la protección de lo autóctono, a mí los arruís me resultan muy simpáticos. No es que abogue por el crecimiento de su población sin control, pero sí por un equilibrio que permita su existencia y la de las actividades agrarias, y evite el sobrepastoreo al que pueden llegar a someter a la flora natural.
Yo disfruto de su presencia, siempre sorpresiva. No les busco, porque es muy complicado, pero nos conocemos y a veces coincidimos. Cuando esto se da, ellos se hacen los distraidos hasta que yo caigo en la cuenta y les miro. Entonces, uno me observa atento mientras los demás siguen a lo suyo. Si hago un movimiento brusco ya hemos terminado, estampida y a otra cosa. Procuro no molestarles. Nunca me acerco, me sirvo de la tecnología, y quieto y vigilado yo, me dejan compartir su ramoneo. Cuando llevamos un rato, la cosa se vuelve cordial, aunque si permaneces mucho tiempo acabas perdiéndoles la vista, porque siempre están en movimiento y la barrera de distancia hace que desaparezcan. Si soy yo el que me marcho, lo hago con cuidado; aún así son muy esquivos y si sienten amenaza, atraviesan el monte en tropel en menos que canta un gallo. Su físico es muy potente y no hay obstáculo para ellos. Atraviesan los arbustos de un brinco y trepan sin cansarse presas del pánico.
Ayer ví un grupo de unas veinte unidades, hembras y crías. Estas son las fotos