
En los últimos paseos me he encontrado esta preciosa cueva, bastante alejada de los itinerarios habituales, y que quizás por ello es un lugar perfecto como refugio de arruís. Las inequívocas píldoras negras que llenan el suelo no dejan lugar a dudas. Sin embargo, todavía no hemos coincidido los ungulados y yo. Quiero encontrar una localización discreta que no les moleste y me deje observarles en su sesteo a cubierto. Seguro que llegará el momento. Tiempo al tiempo.
Os dejo la imagen. No se aprecia con claridad la escala, pero creo que caben una quincena de ejemplares sin demasiada dificultad.
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